Tengo un pirigüín como
el de Lemebel
Pero menos infeccioso
y más juguetón
Revolotea por los
caminos que él mismo hace, los abismos que él mismo chapotea
Se irrita con el café,
el humo y los aliños, pero gusta de las frutas y la sopa de verduras
No sé si le han salido
las patitas para saltar al mundo. Pienso que se las come para no tener que
hacerlo, para descansar en el silencio de su nado
Y aunque disfruto de
su compañía y su movimiento inquieto, espero con cariño la despedida
Que nos libere, que le
de fuerza a sus manitos, que cambie el agua por el aire y se esparza por vez
primera en sus pulmones.